¿Por qué lo llaman Legaltech cuando quieren decir ALSP?
La inteligencia artificial (IA), entendida como la combinación de algoritmos mediante sistemas informáticos con el objetivo de conseguir programas con capacidades que se acerquen a las habilidades intelectuales de la especie humana, entre sus muchas definiciones, ha sido una de las tecnologías que ha experimentado un mayor crecimiento en la última década.
La IA ha acaparado la atención de una enorme variedad de sectores gracias a la versatilidad de las potenciales utilidades que puede ofrecer, desde su aplicación en sistemas con capacidad de automatización, hasta aplicaciones que requieren una actividad de razonamiento limitada.
La abogacía y, en general, el sector jurídico no ha sido una excepción en esta tendencia. Son muchas las empresas del sector legal las que se han propuesto introducir tecnologías de IA en sus actividades, y muchas las startups que se han lanzado a desarrollar programas basados en esta tecnología con la intención de facilitar la práctica de la abogacía. Esto se conoce con el término “Legaltech”, y es el uso y desarrollo de la tecnología para ofrecer servicios legales.
En la realidad vemos muchos casos que ilustran esta tendencia, con dispares resultados. Por un lado, es muy relevante el ejemplo de JP Morgan Chase & Co, el banco más grande de Estados Unidos y una de las mayores empresas financieras del mundo, que introdujo en 2018 un software basado en IA llamado COIN (Contract Intelligence) para la revisión e interpretación de acuerdos de crédito sin intervención humana. Ahora bien, en este caso los contratos a revisar mediante COIN son de un tipo específico y presentan un mínimo margen de variabilidad entre ellos, siendo precisamente este hecho el que permite el uso de la IA y lo que, al mismo tiempo, perpetúa el debate de las posibilidades reales de la IA en el ejercicio de la abogacía. En otras palabras, la duda de si la IA puede aplicarse a tareas que van más allá de la aplicación automática de un algoritmo, sin requerir una actividad intelectual adicional.
Otro ejemplo de empresa pionera en el sector Legaltech lo encontramos en Lawgeex, empresa israelí fundada en diciembre de 2014 que lanzó al público un software de revisión de contratos, que funciona a través del llamado Natural Language Processing (NLP).
Hablamos de NLP refiriéndonos a la rama de la informática basada en IA, que trata de hacer que un ordenador o sistema informático pueda entender e interpretar textos y palabras igual que las personas, mediante la combinación del lenguaje humano con recursos estadísticos, así como con machine learning y deep learning. En el caso de Lawgeex, esto se lleva a cabo a través de la búsqueda de keywords para la detección de problemas en los contratos.
¿Es esto factible teniendo en cuenta el desarrollo actual de la IA? No hay una respuesta a esta pregunta que represente el sentir de todos. No obstante, la realidad parece reflejar que, hoy por hoy, no hay una solución de IA que pueda igualarse a un ser humano en el ámbito legal y, más concretamente en este caso, contractual.
La abogacía se basa en el dominio de las palabras, la semántica y su interpretación específica cuando se aplica al mundo jurídico (con “tecnicismos”, especialmente abundantes en este sector). Además, la ley, que determina las aguas en las que se mueven los abogados en cualquier acto que llevan a cabo, se caracteriza por su dinamismo y mutabilidad. Esto significa que su interpretación no solo requiere un conocimiento de su literalidad, sino un pensamiento lateral, analógico y crítico para su aplicación realista a los casos concretos.
A esta conclusión parece haber llegado también recientemente Lawgeex, pionera en el desarrollo de sistemas Legaltech e inspiradora de muchas otras para empresas a la hora de emprender en el campo Legaltech.
Lawgeex, desde su lanzamiento, ha llegado a alcanzar una financiación de más de 40 millones de dólares, pero, recientemente, ha saltado al conocimiento público un cambio muy significativo en su modelo de negocio.
Remontándonos a su fundación en 2014, Lawgeex pretendía ofrecer servicios de revisión de contratos en los que todo el proceso fuera llevado a cabo por sistemas IA, sin intervención humana. No obstante, parece que la realidad se ha impuesto y, a medida que han experimentado en la práctica las limitaciones de la tecnología actual (IA gap), se han visto obligados a dar un paso atrás y a combinar las fuerzas IA-abogados en la prestación de sus servicios.
En otras palabras, Lawgeex parece haberse dado cuenta de que no es posible aplicar la misma lógica a todo tipo de situación jurídica que se plantea, y que estas deben ser interpretadas no solo en atención a la literalidad de la ley, sino en atención a las circunstancias concretas. Esto implica que, por más que se utilice una herramienta que revise un contrato de forma automática, un profesional tendrá que intervenir para revisar todo aquello que resulte relevante y que haya sido pasado por alto por el sistema de “razonamiento” unidimensional de la IA.
Teniendo en cuenta lo anterior, la decisión de Lawgeex ha sido la de asumir el IA gap (o brecha de la IA) convirtiéndose en una ALSP (Alternative Legal Service Provider), una nueva forma de ejercer la abogacía que se aleja de las tendencias tradicionales de la profesión y que en los últimos años se está imponiendo en el sector.
Y no es para menos: se trata de la prestación de servicios jurídicos que va de la mano de la asimilación de los avances de la economía digital, de las nuevas tecnologías y, sobre todo, de la aplicación de metodologías adaptadas a los nuevos retos de la sociedad digital. El uso de herramientas digitales combinadas con el talento humano, colaboración con perfiles profesionales del sector tecnológico, servicios flexibles y adaptados a los clientes gracias a lo anterior, son los puntos clave de un ALSP.
Es, sin ir más lejos, la asimilación del potencial de la tecnología en el sector legal desde un punto de vista realista y desde la adaptación a la realidad de su evolución.
El número de ALSP ha crecido exponencialmente en los últimos años, como puede verse en varios estudios como el llevado a cabo en 2021 por el Thomson Reuters Institute, junto con el Center on Ethics and the Legal Profession de Georgetown Law y la Universidad de Oxford, en el que podemos encontrar datos que reflejan tal crecimiento:
En conclusión, parece que el crecimiento del sector legal pasa por la inclusión de la tecnología en el día a día de las actividades de los abogados, pero también por el reconocimiento de sus limitaciones en un momento determinado. Se trata, pues, de que el crecimiento de los servicios legales vaya de la mano del desarrollo tecnológico.
Sara Hervías Costa, Privacy Counsel, Legal Army