Sistema PEGI, todo lo que necesitas saber sobre la clasificación por edades en los videojuegos

La evolución que ha tenido lugar en el ámbito tecnológico en los últimos años es un hecho que no podemos pasar por alto. Este progreso, fundamental para que personas de todas las edades puedan entender y acceder a la tecnología, ha facilitado aspectos de nuestra vida y, también, ha puesto en el mapa diversas cuestiones a considerar.

En un mundo en el que los niños crecen rodeados de tecnología, con posibilidad de acceder a todo tipo de webs y apps con un solo clic, hay que ser cautos y proteger a los menores de aquellos contenidos que no sean acordes a su edad y que, en definitiva, puedan herir su sensibilidad. En este sentido, la industria del videojuego, es sin lugar a dudas una de las que más impacto tiene en los menores, por ello desde los principales países exportadores de videojuegos se han llevado a cabo diferentes clasificaciones por edades para salvaguardar sus derechos.

Antes de entrar en materia, es conveniente aclarar qué es un sistema de clasificación por edades en general. Estas herramientas, utilizadas en el cine; televisión tradicional y videojuegos, son Códigos de Conducta que determinan las edades recomendadas para consumir el contenido audiovisual. No existe un sistema internacional de clasificación por edades aplicable a todos los países, por lo que habrá que estar al tanto del sistema propio que utilice cada país. 

En España, la Resolución del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales con fecha 16 de febrero de 2010, establece los criterios para la clasificación por edades de las películas y otras obras audiovisuales emitidas en España. En cuanto a la televisión, existen dos leyes que regulan la clasificación de contenidos por edades: la Ley 7/2010 General de la Comunicación Audiovisual y el RD 410/2002 por el que se establecen criterios uniformes de clasificación y señalización para los programas de televisión. Por último, en el ámbito de los videojuegos, al igual que a otros países europeos, le es de aplicación el sistema de clasificación por edades PEGI al haberse adherido al mismo.

A diferencia de los medios audiovisuales tradicionales, la industria del videojuego carece de legislación específica que regule la necesidad de clasificar por edades su contenido, siendo necesario hacerse la siguiente pregunta: ¿es obligatorio utilizar un sistema de clasificación por edades en los videojuegos?

Lamentablemente, en España y Europa, no existen leyes específicas que regulen estos productos, llegando a tal punto la ausencia de normativa sobre este ámbito que no hay siquiera una definición que determine su naturaleza jurídica. Si bien la OMPI indica que los videojuegos están compuestos por dos partes: software y contenido audiovisual, no establece cuál es su régimen jurídico, existiendo dudas entre si prima el software; si se trata de una obra audiovisual, equiparándolo a una película; o si se trata de una amalgama de elementos a los que le aplican diversas regulaciones. Gracias al desarrollo jurisprudencial de los tribunales, han quedado resueltas una serie de cuestiones:

-Los videojuegos son el resultado de combinar software y elementos audiovisuales. Ambos componentes son susceptibles de protección por medio de los derechos de autor.

-Los elementos audiovisuales del videojuego cabrían dentro del concepto de obra audiovisual del artículo 86 de la Ley de Propiedad Intelectual.

-Los videojuegos son productos destinados a usuarios, por lo que deben cumplir con la normativa vigente en materia de consumidores y usuarios.

-Tanto los elementos individuales del videojuego, como el producto final, están protegidos por los derechos de autor.

A nivel nacional y comunitario se establecen una serie de preceptos que pueden ayudarnos a entender mejor si es o no de aplicación obligatoria a los videojuegos un sistema de clasificación por edades. En Europa, existen varios textos legales que nos acercan a esta respuesta, entre ellos la Recomendación 2006/952/CE del Parlamento Europeo y del Consejo o la Directiva 2010/13/UE, ambos textos versan sobre la protección de los menores en relación con los contenidos audiovisuales. Por otro lado, el Consejo realizó el 1 de marzo de 2002 una Resolución sobre la protección de los consumidores, donde se insta a los Estados miembros a la autorregulación. La consecuencia de estas directrices fue la creación de un sistema de clasificación por edades (sistema Pan European Game Information o PEGI), cuyo cumplimiento en relación a la información que deben mostrar los países adheridos en el etiquetado de los videojuegos es imperativo.

España ha establecido una serie de normas que dan pie a que la clasificación por edades de los videojuegos sea una obligación legal. Por un lado, tenemos la Ley General de Comunicación Audiovisual, que recoge el deber de indicar visual y acústicamente los contenidos audiovisuales que puedan llegar a ser perjudiciales para los menores. Tomando en consideración que los videojuegos son (en parte) obras audiovisuales, aunque en la Ley General de Comunicación Audiovisual no se haga mención a éstos, la posibilidad de que la normativa les sea de aplicación no se aleja de la realidad. Además, la Ley de Consumidores y Usuarios establece la necesidad de etiquetar los bienes y servicios para informar acerca de las características del producto, siendo el sistema de clasificación por edades PEGI el medio idóneo para cumplir con esta obligación.

Si bien los países europeos no tienen obligación de adherirse al sistema PEGI (Alemania por ejemplo cuenta con un sistema de clasificación por edades diferente), se trata de un medio idóneo para dar cumplimiento a las obligaciones legales comunitarias e internas de protección de los menores y sensibilización de los consumidores de videojuegos, que armonizó los sistemas de autorregulación nacionales que existían. Su voluntariedad es relativa, ya que muchos distribuidores como Sony, Microsoft o Nintendo exigen que los desarrolladores de videojuegos pasen por este proceso de clasificación, convirtiéndose en un sistema de clasificación utilizado en la mayoría de países europeos. 

Aunque su lanzamiento fue en 2003, en 2007 se lanzó PEGI Online, para dar cabida a los videojuegos que incluyen funcionalidades en línea (aquellos que permiten interactuar con otros jugadores). En 2015 se lanzó PEGI para los productos alojados en dispositivos móviles o tablets, y en 2018 se añadieron obligaciones de información para aquellos videojuegos que incluían compras in-game. 

Tras la creación del videojuego y previa a su comercialización, el funcionamiento de PEGI es el siguiente: en primer lugar,  los desarrolladores rellenan un cuestionario en el que evalúan su contenido; posteriormente, y en función de las respuestas previas, se asigna una clasificación de edad al videojuego; tras ello, el organismo encargado de la aplicación de PEGI (NICAM) recibe el videojuego y realiza un examen independiente donde valora si la calificación inicial es correcta o debe ser modificada. Tras el examen de NICAM, se concede una calificación definitiva y una licencia para la inserción de los iconos descriptores y de clasificación de edad en la etiqueta del videojuego. 

El procedimiento anterior está pensado para el lanzamiento de videojuegos en formato físico, por lo que el método utilizado para calificar productos digitales se realizará por otros cauces. En tal caso, la IARC (International Age Rating Coalition), de la que forma parte el sistema PEGI, especializada en la clasificación de productos digitales, cuenta con un procedimiento que, en esencia, es muy similar al ya explicado.

Con la culminación del proceso, se concede una licencia al desarrollador para el uso de las etiquetas, las cuales se clasifican por edades y descripciones. Por un lado, tenemos las etiquetas numéricas, divididas por colores en cinco edades diferentes, las cuales se otorgan en función al contenido del videojuego, teniendo en cuenta aspectos como la presencia y magnitud de la violencia, el lenguaje malsonante o las drogas. Por ejemplo, la calificación PEGI 18, indica que el videojuego puede contener escenas muy violentas y sin motivo aparente; consumo de drogas ilegales o actividades sexuales explícitas. Por lo tanto, la etiqueta numérica responde a la edad mínima recomendada para jugar al videojuego, no por su dificultad en sí, sino por el contenido que se muestra.

Además de las anteriores, existen otro tipo de etiquetas, las descriptivas del contenido, que se deben mostrar en el etiquetado cuando los contenidos descritos en las mismas forman parte del videojuego. Es importante aclarar que, el hecho de que un videojuego deba mostrar una etiqueta descriptiva no implica que obligatoriamente esté ligado a una etiqueta numérica. Por ejemplo, puede existir un videojuego que sea clasificado con la etiqueta de “sexo”, y no por ello tenga que ser considerado como PEGI 18, ya sea porque los desnudos no tienen una connotación sexual o porque se muestran relaciones sexuales no explícitas. Al hilo del anterior supuesto, si vemos la etiqueta “sexo” y, además, el juego ha sido clasificado como PEGI 18, indudablemente estaremos ante un videojuego en el que la actividad sexual es explícita. 

Aunque no exento de algunas polémicas, como la clasificación de videojuegos que incorporan loot boxes en su contenido con el etiquetado PEGI 3, el sistema de clasificación por edades PEGI es la demostración de que pueden llevarse a cabo proyectos que faciliten al consumidor conocer qué incluye lo que está comprando. Aunque la salvaguarda de los menores no parece quedar resuelta con este sistema de clasificación, ya que para la total protección de los menores habría que establecer otro tipo de medidas, el sistema PEGI es un filtro de acceso a los videojuegos que parece contentar tanto a los desarrolladores de videojuegos como a los consumidores de éstos y cuya fórmula, por ahora, no ha sido sustituida.

Alejandro Daga Godoy, Legal Counsel, Legal Army

Leer más

Posts relacionados que podrían interesarte

Todas nuestras noticias