Tesla y el FBI evitan un ciberataque gracias a un empleado que no aceptó un soborno de 1 millón de dólares.

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Un ciudadano ruso se puso en contacto con un trabajador de la Gigafactoría de Tesla en Reno (Nevada, EE.UU.) a través de un amigo en común para que le mostrase partes de la geografía estadounidense. Tras visitar el Lago Tahoe, el ciudadano ruso se ofreció a pagar todos los gastos del viaje y le ofreció una comida de negocio, en la que le explicó que trabajaba para un grupo de piratas informáticos dedicado en lanzar malware a grandes compañías. En concreto, el ataque a Tesla consistiría en simular un ataque de denegación de servicios (DDoS) mientras se orquestaba otro ataque para filtrar información de la compañía a los hackers.

El objetivo del grupo de cibercriminales era pedir una cantidad para no revelar los datos extraídos de la compañía de Elon Musk, pretendiendo lograr 2 millones de dólares por el rescate.

Para llevar a cabo el ataque era necesario contar con un infiltrado, por lo que el ciudadano ruso le ofreció al trabajador de la compañía una oferta de 1 millón de dólares a cambio de introducir un USB en un ordenador de la compañía o enviar un correo electrónico que incluyera el malware. Tras todo esto, el empleado fue cuando acudió al FBI e informó de lo sucedido. Finalmente, el ciudadano ruso fue arrestado a finales del mes pasado en Los Ángeles.

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